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martes, 1 de marzo de 2011

MONTECRISTI VIVE: Nadie gana todos perdemos, por Carlos Castro Riera‏

Nadie gana todos perdemos
 
Carlos Castro Riera
Diario El Mercurio de Cuenca, 1 de marzo del 2011
 
La Corte Constitucional,  ha dado luz verde para realizar el referendo y la consulta popular. Lo ha hecho dando una “mano de gato” de constitucionalidad, pero en esencia la inconstitucionalidad persiste, ya que algunas de las llamadas enmiendas constitucionales tienen por objeto y efecto restringir derechos y garantías,  alteran la estructura fundamental, el carácter y elementos constitutivos del Estado,  y aquello solo puede tramitarse a través de una Asamblea Constituyente.
 
Curioso resulta que habiendo solicitado el Presidente de la República a la Corte Constitucional que se pronuncie sobre “cuál de los procedimientos determinados por la ley es el que corresponde aplicar, así como para que emita la sentencia correspondiente respecto de la constitucionalidad de la convocatoria a referendo, y sobre la constitucionalidad de las preguntas a efectuarse junto con los respectivos considerandos”, la Corte al momento de resolver propone la modificación de las preguntas.
 
Entramos a una coyuntura política donde lo que está en juego es el proyecto político que proclama la Constitución y la democracia, y aquello es diferente a apoyar o no al gobierno. En el régimen existen algunas tenencias y es  la neoderecha enquistada la que acecha los logros y avances progresistas.
 
La Constitución se ha vuelto un estorbo, para las tendencias autoritarias del poder político, la división del poder y la consecuente separación de funciones, esencia de la organización republicana y democrática del Estado, choca con  afanes concentradores de poder.
 
Todo podría quedar finalmente  en manos de un Fiscal de Fiscales de un Juez de Jueces, de un “yo supremo”, trino y uno, que califica y descalifica, a cada uno de los servidores judiciales.
Lesionado el principio esencial del Estado Constitucional como es la división de poderes, y amenazada la independencia de la función judicial, la institucionalidad democrática establecida en la Constitución se puede desvanecer muy pronto y la desinstitucionalización del país se advierte en el horizonte.
 
Al margen de los resultados de la consulta y el referendo, tendremos un país más dividido, con un torrente acumulado de pasiones y la política cambiará de escenario y propósitos para la mayoría y minoría modificadas numéricamente. Los grandes problemas y  nudos políticos del país quedarán pendientes, ya que éstos para resolverse demandan consensos y no ahondamiento de  disensos.
 
Nadie ganará y todos perderemos en un país que nuevamente  entra en la senda de la desilusión, la desesperanza, la sensación de que una vez más otra Constitución naufraga y con ello el cambio, en esta vez, a escasos dos años y meses de su vigencia, naufragio parecido al que sucedió con la Constitución de 1945.
 
Estamos viviendo el desenlace del proceso de desvinculación del poder político del movimiento constituyente que culminó con la aprobación de la Constitución,  circunstancia que influirá en lo inmediato en los resultados de la consulta y decisivamente en el futuro mediato del Ecuador
 
El país podría perder una oportunidad histórica para generar una nueva institucionalidad democrática basada en el respeto irrestricto a la Constitución cuyo programa económico, social y político proponía un orden basado en más equidad, donde nunca más existan dueños del país y de la justicia.
 
La derecha política no pudo avanzar en su estrategia desde fuera del gobierno, pero al parecer si pudo desde dentro.
 
 

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