Diario Expreso, Sábado, 05 de Marzo de 2011 - 19:32
Redacción Expreso
La visita del grupo de izquierda a montecristi estuvo cargada de simbolismos
La izquierda sin Correa, tras las huellas de su identidad
Alberto Acosta, Betty Amores, Gustavo Darquea, Manuela Gallegos, Pedro Morales y Fernando Vega han salido en defensa de la Constitución Política del Estado redactada en la Asamblea Constituyente
Roberto Aguilar
Para EXPRESO
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Llegaron a Montecristi en busca del tiempo perdido. Quisieron que su visita al lugar donde nació la Constitución estuviera cargada de simbolismos, así que empezaron por peregrinar a la tumba de Alfaro. Al interior del mausoleo en forma de dudosa vasija de barro puesta de cabeza, ante las cenizas del Viejo Luchador o la mitad de ellas –o quizá nada en absoluto, porque el traslado de esos restos desde Guayaquil, hace tres años, estuvo vedado para la ciencia forense y nunca se supo con certeza qué fue lo que hallaron en el cementerio– juraron fidelidad a sus principios.
Fue el primer acto oficial del Frente Montecristi Vive: Alberto Acosta, Betty Amores, Gustavo Darquea, Manuela Gallegos, Pedro Morales y Fernando Vega, izquierdista de toda la vida, exconstituyentes o miembros del grupo original que en el año 2006 conformó Alianza PAIS en torno a la figura electoral de Rafael Correa, han salido en defensa de la Constitución que redactaron y hoy ven amenazada por una consulta popular que consideran diseñada “para restringir derechos e invadir funciones”.
Enfrentados a un enemigo que reconocen superior en fuerzas, han optado por la más clásica de las estrategias: guerra de guerrillas. Alberto Acosta, que en su momento se ganó el mote de maestro senséi por su adscripción a la doctrina del Tao, recurre a Sun Tzu para arengar a sus compañeros: tenemos que ser como el agua, les dice con su serenidad proverbial, que se adapta y acomoda a las anfractuosidades del terreno y lentamente las ocupa hasta cubrirlas.
En sus circunstancias eso implica renunciar a los actos de masas, en los que Correa resulta imbatible, y concentrarse en lo que mejor saben: “caminar y conversar”. Ir a donde los inviten. Lo del teatro municipal Víctor Véliz, en la plaza central de Montecristi, donde presentaron su frente político ante un centenar de partidarios y repartieron un manifiesto a los periodistas, fue menos un mitin que una rueda de prensa. Luego cubrieron una agenda de entrevistas en los medios locales de Manta y Portoviejo. Repetirán la experiencia en otras provincias pero lo harán por separado, como mandan los cánones de la lucha guerrillera, para no concentrar innecesariamente los esfuerzos. También porque no tienen financistas que les costeen las giras, como resulta evidente para quien los vea llevarse la mano a los bolsillos a la hora de pagar las cuentas, las habitaciones de hotel, las comidas.
Así aspiran a contener la avalancha de votos por el Sí que las encuestas, hasta el momento, dan a entender como inevitable. En esta tarea autoimpuesta, la superioridad del enemigo es acaso el menor de sus problemas, si se lo compara con la pérdida de identidad que supuso para la tendencia su compromiso con un gobierno que se la sacó de encima. Se sienten traicionados y obligados a reconstruir lo que queda de la izquierda a partir de los pedazos que la revolución ciudadana ha ido dejando en el camino.
Es empezar todo de nuevo, como Sísifo. Es algo que les cuesta trabajo admitir pero, a la hora de la cena, entre el cansancio de la jornada y la carga de recuerdos y sensaciones encontradas que les produjo su regreso a Montecristi, levantan sus vasos de cerveza y brindan “por la lucha que recomienza”. Y pasan sin solución de continuidad de la introspección a la euforia. Se ríen, pero sufren y se azotan recordando: “Qué ciegos fuimos”, “qué brutos”, “qué ingenuos”. Les queda la satisfacción de haberse mantenido fieles a los ideales que se propusieron defender en un principio, pero el mal sabor de boca no se los quita nadie. Barajan anécdotas y vivencias y tratan de responder a la pregunta que los acosa: ¿en qué momento se echó todo a perder? Sus respuestas van componiendo una historia criolla de la infamia, una crónica de la crisis de valores de la revolución ciudadana.
Julio de 2008. La Constitución estaba lista; Alberto Acosta había quedado fuera del camino y Alexis Mera era la cabeza visible de la operación política gubernamental. En la Constituyente se había dado el primer intento del Ejecutivo por echarle mano a la Función Judicial. César Rodríguez, recuerdan, hizo incluso circular una lista con los nombres de los jueces que se debía nombrar. Fernando Vega había visto demasiado como para no sentir desengaño. Ahora pasa revista a los mandatos surgidos de la Constituyente y sentencia con humor: “Nos faltó uno: el mandato a la mierda”.
Enero de 2009. Como responsable político de PAIS en la provincia del Guayas, Gustavo Darquea coordina el proceso de elecciones primarias para las municipales. Fue testigo impotente de esa farsa en que las decisiones de la mayoría terminaron en el tarro de basura y Pierina Correa, en ese entonces todavía gran hermana, impuso a los candidatos que quiso: en Playas, en Pedro Carbo, en Salitre…
Noviembre de 2010. La convención de PAIS es, para muchos, el último intento por salvar los muebles. Depositan su esperanza en Ricardo Patiño, a quien estiman como persona de mente abierta con quien todavía se puede dialogar. Lo quieren confirmar en la dirección nacional del movimiento pero, para entonces, su caída en desgracia es ya inevitable ante el imparable ascenso de Doris Soliz hacia la cima de las instancias de decisión política. Correa pide (¿ordena?) a Patiño, su amigo íntimo, que se quite de en medio. Al final impone una lista única, con Galo Mora a la cabeza, que resulta electa por aclamación. Cuentan que, cuando la gente de Ruptura 25 salió del movimiento, Patiño les llamó para pedirles que se quedaran, que siguieran luchando desde adentro. Se le rieron: “Otro ingenuo que cree que sigue adentro”.
Estas historias las guardan en su corazón, pero se cuidan de no comentarlas cuando acuden a las radios y a las televisoras locales. Ahí se concentran en aquello que les une: la Constitución de Montecristi, que se han propuesto defender; las preguntas de la consulta, que proponen debatir y diseccionar hasta el agotamiento. Les escandaliza e indigna la declaración que el mes pasado hizo Rafael Correa en Molleturo, provincia del Azuay, y que Acosta no se cansa de repetir a donde va. En esa ocasión el Presidente pidió a las gentes que voten por el Sí, primero, y luego, si quieren, que discutan las preguntas. Ellos no se proclaman en campaña por el No –de esta manera marcan distancia con la derecha– sino a favor del debate. Han comprendido, y Fernando Vega lo dice claramente, que la única identidad posible de la nueva izquierda ha de buscarse en la democracia. Ese espíritu es el que se encuentra recogido en su manifiesto, una creación colectiva a la que todavía en el acto de lanzamiento daban los últimos retoques.
Al día siguiente madrugan para acudir a los estudios de radio Sucre de Portoviejo. Robert Cedeño y Kavir Briones son los experimentados conductores del programa ‘Con usted’, donde la consigna “Prohibido estar trompudo”, colgada en el vidrio de la cabina de sonido, se cumple al pie de la letra. Son lo bastante enterados como para plantear las preguntas precisas, tienen la dosis de humor necesaria para evitar que hasta los temas jurídicos deriven hacia territorios demasiado espesos.
Por primera vez Acosta, Amores, Darquea, Gallegos, Morales y Vega contestan juntos una entrevista. El resultado sorprende a todos. Los periodistas han querido analizar una por una las diez preguntas de la consulta: saben que es precisamente lo que su público quiere escuchar. Los reportes de sintonía, en este programa acostumbrado a tenerlos altos, se disparan hasta límites insospechados. Hay llamadas desde todos los puntos de la provincia. En Rocafuerte se han reunido decenas de personas en torno a un automóvil que, con las puertas abiertas y la radio a todo volumen, se ha estacionado a un costado de la plaza central. Tras dos horas y cuarto de debate, que en la mayoría de los casos consiste en analizar las razones para el No, Cedeño y Briones deciden extenderse quince minutos más, hasta las 09:30. A punto de cumplirse ese plazo, entra un empleado de la radio con un papelito: “Nos vamos hasta las diez”.
A la salida, los seis integrantes del Frente Montecristi Vive lucen exultantes, con el optimismo renovado. Lo que acaba de ocurrir es para ellos la demostración de que el debate de ideas es el camino correcto, la prueba de que la gente está ávida de escuchar razones. Quizá, piensa Alberto Acosta para su fuero interno, el agua de Sun Tzu alcance a inundar las grietas dejadas por Correa en el terreno de la opinión pública. Quizá esto pueda ocurrir hasta el 7 de mayo.